julio 10, 2004

Fiebre de Domingo por la Mañana

-.Masajeaba la cajita de fósforos en sus manos. Vueltas y vueltas daba entre sus dedos. 09- 2354666 , un número peculiar de teléfono. Se lo había dejado sorpresivamente ella, suavemente escrito en la superficie de esa caja cuando se fue, desapareciendo como si nada, en la muchedumbre trasnochada de aquel local nocturno.-
------------------------------------------------------------------
El Pub ya apesta. Es hora de marcharse.
¿Debo llamarla?... Para qué, si ni siquiera supe su nombre. Conversamos un poco... Pensándolo bien: no hablamos nada. Tan sólo intercambiamos fuego. ¿Para que me habrá dejado su número?... La razón es más que obvia. Quiere que la llame.
-Hey, la cuenta por favor...

Ya está desordenado de nuevo todo. La ruma de platos sucios en la cocina emulan en forma a la Torre Eiffel.
Todo está estático. Ahí están los luminosos rayos de la luna que, nuevamente con su nitidez, ilustran desvergonzadamente la soledad de mi gigante cama de dos plazas, que siempre se encuentra vacía o con un sólo ocupante. El colchón se me hace grande. He tenido mala suerte. Todo se mantiene igual.
Me recuesto. Estoy algo ebrio. Esos tequilas tenían veneno. Cierro los ojos y se me impregna en los poros la maldita soledad, que se apodera de mi departamento sin más, la mayoría de las noches. De la mano con ella, me visita el silencio. Maldito. Va a hacer explotar mis tímpanos. Me molesta, muchas veces, como el más intenso e insoportable de los ruidos. Odio cuando sucede eso. Para remediarlo, mis dedos se dirigen a el reproductor de música y lo encienden. Aparece en la atmósfera el soundtrack de “La Chica de Rojo”, de Stevie Wonder, que se quedó en replay cuando salí: “I just call to say...” Bueno, pero es lo mismo. Abro los ojos y veo nuevamente la cajita tirada a mi lado. Me guiña un ojo, y me susurra un: “tómame”. Nuevamente la balanceo con las manos. La entretengo un rato, pero su incitadora escritura no me deja en paz.

.-3:30 de la madrugada... ¿Estará ella durmiendo?. Que más da, por algo dejó su número. Mi dedo índice ya está marcando el: 09-2354666... No hay tono. Mi celular no marca. Fuck!, la batería baja otra vez. Creo que mejor me dormiré. Un momento, debo aprovechar la valentía que me dieron los tequilas... ¿Dónde demonios dejé la batería?... Aquí está... Ok. Ahora está conectado. 09..-235..466..6.
No me contesta... No me contesta...¡Wait!...
-Aló..
-Aló... ¿Quién es?
-Te acuerdas de un muchacho en el Pub, al que le dejaste...
- Sí. Te recuerdo. Sabía que llamarías... Carrera con Eudóponis, número cinco; te espero.-
-¿Qué?...Aló, aló...
Me había cortado. ¿Me dio su dirección?, no entiendo. ¿Quiere que vaya ahora?...
La intriga estaba matando mi ebriedad y mi sueño. Mas bien, despertaba mi curiosidad. Es sábado en la noche, que mas dá. Es temprano todavía. Vamos a ver que quiere. Juguemos un poco con el destino. Además, me siento lo suficientemente sólo como para no tolerarlo. ¿Dónde dejé las llaves?...

Carrera con Eudóponis... Carrera con Eudóponis... Conozco esa calle... Donde era...Ahí está... Mmm. Lindo condominio. Elegante, nada de mal, la chica tiene dinero. Supongo que debo tocar el citófono...Casa, casa... número cinco.
.- Disculpa, soy el muchach...
.- Adelante....
Me aproximo a la casa. Me estaba esperando en la entrada sensualmente vestida con un traje rojo de seda: costosa, se notaba.
.- Hola, te estaba esperando, pasa...
Hipnotizado lo hago. Mientras entro, pienso: ¿Esperándome para qué?. Wuau. Esta chica si que esta loca. Esta chica si que va rápido.
.- Hola, creo que debemos presentarnos, mi nombre es...
.-Cállate, me dijo, mojándose los labios con una lengua poco tímida. .-Ahora no importa. Y poniendo sus dedos sobre mi boca, la inmovilizó.
Cuando ya me encontraba notoriamente embobado, me condujo a un cuarto impregnado de una luz tenue, anaranjada. Pañoletas violetas y verdes colgaban de los muros. Un sillón ancho y amarillo nos esperaba. Me sentó ahí, e insertando un compacto de Stevie Wonder en el reproductor de música, puso en mi mano una copa de champagne congelado. Me obligó a beberlo, mientras ella lo tomaba directo de la botella.
No existieron palabras. Era como si no hubiese nada que decir. Tal vez el silencio fue nuestro mejor lenguaje. Ni nuestros nombres mencionamos otra vez. No lo entiendo.
Abrió otra botella de champagne. Esta vez no para tomarla, sino que para mojarme con ella. Destrozó el hilo de los botones de mi camisa con el poderoso filo de sus uñas, y roció el resto por mi pecho desnudo.
.- Esta chica si que esta loca...; pensaba una y otra vez. Yo sólo me comporté como un ente necesitado de cariño. Que ella hiciese en mí lo que tuviera que hacer. Por mí no habría problema. Yo sólo reía, yo sólo me reía. Un golpe de suerte por fin me estaba acechando. Nunca hubiese imaginado que mi atractivo y mis testosteronas fueran tan fuertes. Tanto así, como para despertar el lado animal de una mujer. Sin embargo, lo predecía. Tanta soledad debía ser recompensada alguna vez. Lo sabía.
¡Ja!. Cerré los ojos, y le doné el trabajo. Yo era completamente suyo, lo admito. Que hiciese en mi, la maldad que quisiera. Es que había algo extraño y misterioso en ella que me excitaba de sobremanera. Había algo en aquella mujer que me inspiraba una cierta desconfianza, pero placentera. Yo ya me había entregado, era su juguete. No me importaba.
Luego de montarse sobre mí, yo ya no estaba en este mundo. El champagne ya estaba haciendo de las suyas, incrementándose notablemente al inicial estado etílico que me habían brindado el par de tequilas, ya en mi vejiga. Mis sentidos llegaron a un clímax inexplicable. Apreté mis párpados para no ver nada, sólo sentir. Sentir lo que ella quisiese hacerme sentir. Y pensé: “Bendito el momento en que decidí venir. Benditos Tequilas, bendito Pub. Bendita noche". Creo que pocos la viven, la viven así de fácil.
Puso sus bondadosos pechos sobre mi cara, asfixiándose por poco, mientras me masajeaba el pelo desenfrenadamente. Sentía su respiración apresurada. Esta chica si que sabe. Esta mujer si que sabe poseer a un hombre. Es una perfecta experta. Saboreó hasta la última gota de champán esparcida en mis pectorales, que no conocían el ejercicio. Su lengua cálida jugaba en él, dándome cosquillas, espasmos psíquicos. Procuré no soltar una carcajada, para no interrumpir la imponente canción de su aliento desvergonzado. Además, el beso que luego me cerró de golpe la boca, me impidió aún más hacerlo.
De pronto, sentí una inclinación mas fuerte de su cuerpo hacía el mío. Y sin más, finiquitó el extenso beso.
Ahora, siento sus extremidades cada vez más inmóviles. Algo helado acosa mi cabeza. Ella se detiene por completo. No son sus manos, no son sus uñas, es un objeto frío, que presiona fuerte mi cráneo. Molesta. Más bien, duele. Abro los ojos, la curiosidad como siempre me mata. ¿Es que acaso su animalidad estará acompañada de sadomasoquismo?... ¿Será un objeto de aquellos?... Trato de mirar, pero no me deja. Me sujeta rudamente con sus piernas de tijera, me toma decididamente la cara, y mirándome a los ojos, me susurra en la boca:
.-Lo siento, debo hacerlo, me mandaron a hacerlo.
.- ¿Que?... De que hablas, ¿que tienes en las manos?
.- Calla y no digas nada. Así será más fácil.
.- ¿Más fácil qué?, no te entiendo, que pasa...
Elevé cuidadosa y sigilosamente mi mano derecha hacia la altura de mi cabeza para tactar que diablos la estaba presionando. Era un objeto de metal, pequeño. Que curioso, tenía como forma de pistola. ¡¿Es que será posible que sea una pistola?!...
.- ¿Qué haces?, ¡saca eso de mi cabeza!
.- ¡Cállate!, por última vez... No me lo hagas mas difícil.
.-¿Es que acaso quieres matarme?, ¡Estas completamente loca!,¡suéltame!
Mientras intento safarme y quitármela de encima, me grita segura:
.- ¡Me mandaron a hacerlo, debo hacerlo!
.- ¿Quién, quién?... Nunca le he hecho nada a nadie, enemigos no tengo. Cómo tenerlos si no poseo ni amigos. Suéltame por favor, suéltame, antes que te golpee.
.- Lo haces y disparo. Déjame concederte unos minutos más de vida, sólo no te muevas.
.- ¡Contéstame!, ¡¿Quién te mandó a hacerlo?!
.- No lo entenderías...
.- ¡Dímelo, creo que merezco saberlo!
.- Está bien. Tu duda será exterminada. La Muerte lo hizo.
.- ¡¿De que hablas?!...¡Verdaderamente estás desquiciada!...
.- Mientras estabas ordenando otro Tequila en la barra de aquel Pub, te indicó y me obligó a hacerlo. Dijo que ya era tu hora. Tu vida era intolerablemente triste. Mencionó que no la merecías. Una vida monótona, gris, solitaria, de qué sirve; una más o una menos, en este mundo saturada de ellas, no se nota. Dijo que si no te citaba una hora pronto, lo harías tú, lo que era peor. No entendí mucho su razón, pero terminó obligándome. Dijo que no me preocupara, que llamarías aún sin conocerme. Es que tu magnánima soledad lo hacía predecible. Y parece ser que todo a salido a la perfección, el plan ya casi concluye. Entiende que lo hizo por tu bien. El morir es algo que le pasa a todos, que te preocupas. Además, tarde o temprano lo harías tú. Sólo te estoy ofreciendo gratis lo que ibas a hacer en un tiempo más, pero sin costo. Te exhumo de la preocupación de condenar tu alma, en el caso de que lo hubieses hecho tú, como vaticinado estaba. Piensa, ahora el trabajo sucio lo hago yo.
.- ¡Suéltame desquiciada!, yo no pensaba ni pienso en suicidarme. ¡Además el coraje nunca lo he tenido!...
.- ¿Ves?, pues yo sí de hacerlo.
.- ¡No quiero morir, estúpida!, ¡déjame ir!
.-Créelo, lo agradecerás...
En un acto heróico, logré por fin escabullirme de sus fuertes piernas, y corrí lo más fuerte que pude hacia la puerta. ¡Maldición¡, se encontraba bloqueada... Innatamente giré la cabeza hacia donde se encontraba ella.
Un fuerte estruendo se apoderó del Condominio. Muchos de los de ahí no olvidarán esa noche. Se desplomó en el suelo, su hora había llegado.
Ella abrió otra botella de champagne e hizo un brindis con La Muerte. Esta rió, y dándole unas palmadas en la cabeza, le dijo sonriendo:
.- Buen trabajo chica; mientras deslizaba suavemente su pie por entre las piernas de ésta.


9:30 de la mañana, el compacto de Stevie Wonder sigue ahí. Creo que no saqué el replay; es que mi embriagues de ayer no me permitió ni siquiera poder ponerme el pijama. Necesito un vaso de agua. No puedo ir a la cocina, no puedo moverme. El dolor de cabeza me está matando. Quiero ir al baño. Debo ir al baño. 1, 2, 3 up; uf!, no fue tan difícil tarea pararme. Hago mis necesidades. Necesito una pastilla, mi cabeza duele. Me duele demasiado. Siento como si ayer me hubieran dado un disparo. Un momento, ¿y esta sangre en mi cabeza?...
.- ¿¡Julia!?, ¿¡Que haces aquí!?, ¡Tu estás muerta¡
.- Lo sé, lo sé... que bueno que estas aquí, te extrañé.
.- ¿Aquí donde?... ¡No entiendo!, ¿Es que acaso estoy soñando?
.- No, pero no preocupes, es parecido a eso. Aquí todo es un sueño. Siempre todo es un bello sueño, el que tú quieras.
.- Es un sueño... Sí, eso es, no es nada más que un sueño.
.- Aquí arriba, aquí arriba todo es perfecto.
.-¡¿Aquí arriba?!... ¡De que hablas!...; le dije, mientras me pellizcaba el codo y me cercioraba de que dolía. Sentí el dolor intensamente. Esto es real... No creo estar soñando..., ¡No, no puede ser verdad, no puedo estar muerto!... Estoy enajenadamente desconcertado. Me miro nuevamente en el espejo. Ella, la mujer del Pub, se dibuja en su reflejo, está parada detrás.
.- ¿Que haces aquí?, ¡Creo que me mataste, bastarda!
.- Sólo vine a despertarte...

Despierto. Abro los ojos. Miro el reloj: 9:30 de la mañana. El compacto Stevie Wonder todavía toca. Me refriego el rostro, todavía estoy ebrio. Estoy destruido. Me duele la cabeza. Necesito beber algo. Necesito ir al baño. Un momento... ¿Y esta sangre en mi cabeza?... Uf!, estoy paranoico. Es sólo la costra de una herida que me debo haber sacado dormido. Quiero un cigarrillo. Me queda el último. Fuego, fuego. Donde lo dejé... Aquí hay una caja de fósforos... ¿Y este número?..., Diablos!, menos mal que no llamé, pienso aliviado mientras me acaricio la barbilla y recuerdo la pesadilla de anoche...
¡Wait!,. Siento la ducha corriendo en el baño... No recuerdo haberla dejado así. Me dirijo a cerrarla. De pronto, una silueta voluptuosa, dibujada en la transparente cortina de baño, me sorprende de golpe.
.-¡¿Quién se está duchando?!...
.- Yo...Necesito una toalla.. ¿Dónde las guardas?
.-¿Quién es?, ¡¿Quién está en mi baño?!...
.- Jajaja. No te hagas el desentendido ahora. Tan gracioso que eres, hubieras escuchado como gemías ayer dormido. Bueno, y no dormido también.
Un momento... Sí la llamé. Ella esta aquí. No puede ser...
.- Debajo de la cómoda del lavamos tengo un par dobladas.
.- Gracias, de todas formas ya las encontré. Oye guapo... ¡Despierta!.

Heee!, Fuck!, maldita alarma. La apago. 9:30 de la mañana. Despierto sólo como siempre. Algo de dolor de cabeza por el alcohol de ayer, pero nada del otro mundo. La cara me arde. Mi pijamas esta empapado. Estoy sudando. Miro hacia el velador. Ahí está la caja de fósforos con el maldito número. Llamo para cerciorarme de que ella existe. Marco y escucho la voz de una mujer. No la de ella, sino la de una operadora, que tras una prototípica grabación, me informa que el número no está registrado. Ahora tengo el coraje de confesarlo: la verdad es que no existe. Lo he inventado yo. Es que me pareció que ése sería el número que tal vez ella hubiese poseído. Sonaba armónico, como tendría que haber sido el de ella. No tengo más fuerzas de aguardar por su llegada. ¡¿Me estaré volviendo loco?!... Estoy harto de todo. No. No es culpa mía, es de la soledad. Me enferma. Ella me está enfermando. Y este silencio maldito, al cuál mis tímpanos no se acostumbran. No resisten. Basta. No tolero más. No soporto más monólogos, más ecos en esta habitación, más frío en los huesos...
----------------------------------------------------------------
.-Abrió el cajón. Recordó que la compró una vez en caso de emergencia, nunca se sabe. Calibre grueso y pesado, una Magnun 44, como las que se utilizan usualmente en las películas de suspenso, acción o drama. Aunque esto no era un filme de aquellos, parecía serlo. Le costó cara, pero valió la pena. La observó, la entretuvo en sus manos, la giró por entre sus dedos, le susurró que la ocupara. Innatamente giró la cabeza hacia donde podría estar ella, pero ella no se encontraba.
Un fuerte estruendo se apoderó del Condominio de edificios. Muchos de los de ahí no olvidarán aquella mañana.

No hay comentarios.: